Monday, April 09, 2012

Reseña sobre "Yihad: El auge del islamismo en Asia central" de Ahmed Rashid (2003)

            Ahmed Rashid, oriundo de Paquistán, corresponsal de Far Eastearn Economic Review y del Daily Telegraph en Afganistán, Paquistán y Asia central, entre otros trabajos en medios de comunicación a nivel internacional y académico, vuelca en este libro, publicado en 2003, una descripción detallada sobre el porqué de los conflictos de diversa índole en Asia Central, basada en su historia y en su realidad política y social, así como en diversa bibliografía y entrevistas a personas sobre el terreno, muchas llevadas a cabo por él, para entender los diversos conflictos que azotan esta parte del mundo.

Explica que el contenido básico del término religioso yihad, contemplado en el Corán, es la búsqueda y el esfuerzo de cada fiel para perfeccionarse como ser humano y esto a su vez se presenta como una prueba de su fe en Dios y la voluntad de cumplir Su mandato en la Tierra; todo esto genera un beneficio que redunda en toda la comunidad a la que pertenecen.

Claramente, en la práctica, desde mi punto de vista, ya desde el profeta Mahoma se interpreta y materializa en una yihad tanto por medios "pacíficos" (véase, por ejemplo, la carta enviada por Mahoma al Califa de Bahrein donde le insta a la conversión al Islam con un estilo de redacción cuidado pero que podía llegar a considerarse amenazador) o por medios propiamente bélicos y el método de la invasión y conquista. Esta forma de extensión del Islam en sus inicios por una figura tan venerada como Mahoma ha podido introducir en la tradición musulmana la idea de derrocar con militancia cuando es necesario a un gobernante injusto con su pueblo y con la religión y que esté completamente justificado.

Y aquí es donde entra en juego la acción política por medios bélicos y motivos religiosos que desde un punto de vista acomodado en el etnocentrismo occidental donde la cúpula política y religiosa están claramente separadas y diferenciadas pueda parecer difícil de comprender.

Relata, a su vez, cómo el paso de diferentes imperios en la zona deja una auténtica riqueza y diversidad étnica y planta la semilla del Islam en sus gentes, que desde que cae en manos del Imperio zarista empieza a sufrir la represión religiosa.

Coincidiendo con la Revolución Rusa la zona se ve envuelta en una terrible hambruna y se empieza a engendrar así el sentimiento antiruso. Es entonces cuando los bolcheviques, para lograr su apoyo en contra de los zaristas, les prometen la "autodeterminación" y los centroasiáticos visualizan un posible cambio para ellos descubriendo el nacionalismo y entendiéndolo como la libertad de ser ellos mismos y así poder practicar el Islam libremente.

Nada más lejos de la realidad, puesto que la autodeterminación no se dio en esos términos y una vez que los bolcheviques lograron ganar la guerra civil y derrocar al Imperio zarista, conquistaron Asia central e impusieron el gobierno de partido único en la zona. Y por supuesto, también ellos siguieron reprimiendo la fe islámica puesto que el Partido Comunista lo consideraba una consecuencia de la "decadencia burguesa" y tomó medidas represivas en contra de todas las religiones en toda la nueva Rusia comunista.
Stalin, sólo ante la invasión hitleriana en Rusia y con la idea de apaciguar a la sociedad y que aunaran fuerzas para la II Guerra Mundial, creo unos cientos de directorios espirituales que por supuesto vieron su fin una vez terminada la II GM.

Creo que es fácil entender, después de estos sucesos la impotencia de esta sociedad que como cuando estalla la revolución rusa, así como, posteriormente cuando Stalin abre aquellos directorios, se lo tomarán como un halo de esperanza en cuanto a su derecho fundamental de libertad religiosa que se vio totalmente truncado en ambas ocasiones y lo vieran como un gesto de deslealtad por parte de aquel papá-Estado en el que ellos confiaron alguna vez y que vieron como solución de todos sus problemas. Y así, en consecuencia, se empezarán a gestar corrientes de pensamiento locales, las cuales muchas de ellas encuentran sus raíces en la época tribal, y se empezarán a posicionar de una forma u otra en cuanto a los temas de índole religioso y político que les resultaban propios para intentar hallar así una solución a sus problemas, aunque siempre en la clandestinidad.

Esto llegó a suponer una amenaza tal para Stalin que decidió redibujar el mapa de Asia Central para intentar quebrar estas corrientes de pensamiento político y religioso, sin tener en cuenta el mapa geográfico ni étnico. Esto no sirvió sino para agravar los problemas políticos, sociales y económicos de la zona pero no consiguió acabar con lo que era su principal objetivo, derrocar mediante la división y desfragmentación política los grupos que se estaban formando en Asia Central.

Con la llegada de la perestroika que Gorbachov instauró en la década de los 80 estalló el interés por el Islam que asombró a los rusos, pero es que sucedió porque el Islam había seguido estando ahí todos esos años, nunca desapareció. Comenzaron a llegar textos de Pakistán y Arabia Saudí y no paraban de abrirse mezquitas por toda la zona. Además, la participación de los euroasiáticos en la guerra contra Afganistán había incrementado el trasiego entre ambas zonas. Los euroasiáticos regresaban a casa embelesados con el enemigo, reconocidos en su rostro donde se reflejaba una etnia parecida a la suya y asombrados porque veían que sus hermanos afganos luchaban (aunque contra ellos) por el mismo motivo que ellos anhelaban desde los inicios de la influencia rusa sobre la zona: su derecho a ser libres, musulmanes.

Tras el derrumbamiento de la URSS, ésta “niega” cualquier tipo de responsabilidad en cuanto a  política interna  y asuntos sociales para con los territorios centroasiáticos y éstos se ven completamente desprotegidos puesto que toda su organización dependía de Moscú.

Evidentemente la URSS no contó en absoluto, en su llegada al fin, con ningún territorio de la zona lo cual enfadó desmesuradamente a todos sus dirigentes. Por primera vez las repúblicas (véanse, Kajazistan, Kirguizistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán que son las que nos atañen) eran independientes pero estos dirigentes, en vez de atajar sus problemas internos, viendo peligrar sus cargos y perteneciendo a la línea comunista más dura (todos habían sido formados académica y militarmente en Rusia) optaron por reprimir y descalificar las exigencias de su pueblo.
Estos gobiernos también se vieron desprovistos de tecnócratas que ayudaran al desarrollo puesto que toda la gente especializada en estos países eran rusos colocados por Moscú que después de la desintegración de la URSS se repliegan volviendo a Rusia.

La militancia islámica entonces toma cuerpo y forma definitivamente a modo de oposición local con diversos partidos políticos como el MIU o Hizb u-Tahrir entre otros (cada uno con su propia ideología política e interpretación islámica), a la vez que se desencadenan oleadas de violencia en todos los países e incluso estallan guerras atroces como, por ejemplo, la civil en Tayikistán.

Los dirigentes siguieron respondiendo a todos los ataques con más represión religiosa (tildando, por ejemplo, a cualquier forma de Islam como “wahabí” en un intento de descalificar a esta religión o no legalizando partidos políticos con fundamentos islámicos), con censura en los medios de comunicación, coartando sistemáticamente la libertad de expresión periodística hasta cotas insospechadas, deteniendo a personas inocentes, idolatrando su propia imagen en un intento de conseguir una adulación del pueblo mientras que la corrupción política y el narcotráfico se extendía a través de todos los estratos oficiales de los estados y todo esto, a su vez, mientras se despilfarran las míseras ayudas que recibían de organismos internacionales y acrecentando su deuda pública hasta niveles estratosféricos mientras que la hambruna, la carencia de viviendas y la falta de oportunidad y libertad seguían siendo, en este caso, y nunca mejor dicho, el opio del pueblo.

Hoy por hoy, estas repúblicas, forman parte de lo que Ahmed Rashid define como “el Gran Juego” (cuya autoría de acuñación ha sido bastante discutida, puesto que hay muchos autores que niegan que fuese Ahmed Rashid el primero en usarlo aunque éste sigue defendiéndose ante estas acusaciones).
Se podría definir como una lucha constante basada en el equilibrio del potencial político, económico y geoestratégico a nivel mundial llevada a cabo por parte de las políticas exteriores de las grandes superpotencias (pudiéndose resumir cómodamente en EEUU, Rusia y China), de las cuales las repúblicas centroasiáticas son peones claves en el tablero y cuyos dirigentes, sin ideas claras y problemas de base, se arriman al calor del sol que más calienta según crean que les conviene o no, no acertando prácticamente nunca o no dejando consolidar esas relaciones, rompiéndolas de forma arbitraria y creando nuevas relaciones con otras superpotencias rivales de aquella primera con quien firmaron anteriormente.

Las grandes bazas de este gran juego son cosas tan básicas para el motor mundial como el control y la nueva construcción de oleoductos y gasoductos, sobre los cuales cada superpotencia tiene intereses claros y determinados, e incluso lo que nos venden como “la consecución de la estabilidad internacional” llevada a cabo siempre mediante la creación de bases militares (sobre todo estando esta zona tan próxima a Afganistán e incluso a Irán) cuando no es más que un total control de una zona tan estratégica e interesante a nivel económico (gas, petróleo, minerales aún prácticamente por explotar) redundando siempre en intereses propios de cada superpotencia.

Tristemente, estas repúblicas no se verán realmente recompensadas, es decir, no verán oportunidades claras y efectivas de desarrollo, por participar en el juego hasta que no logren estabilidad interna puesto que, por ejemplo, a nivel económico se le cierran todas las puertas dado que la inversión extranjera no confía en la seguridad de sus beneficios en una zona tan inestable e insegura, algo bastante coherente y entendible por otro lado.

Como conclusión final sobre el libro, decir que según mi punto de vista resulta un documento básico y fundamental de primer contacto con el conflicto centroasiático bastante esclarecedor e interesante (parece cuanto menos curioso que fuera un best-seller de gran éxito en EEUU), muy rico en bibliografía y fuentes y de un estilo narrativo bastante cercano y ameno aunque bien es cierto que se ha de leer con atención puesto que los datos, sucesos y fechas, se atropellan en gran parte del libro unos a otros sin estar debidamente clasificados y sólo con la atención antes mencionada se consigue paso a paso entender el entuerto sobre los conflictos que recoge.

Aproximación sobre el literato marroquí Abdelkrim Gallab

Co-fundador y miembro del comité ejecutivo del Partido Istiqlal junto con Allal al-Fassi lucho activamente desde su más tierna juventud a favor de la independencia marroquí y así quedo patente en toda su producción literaria y en su manera de concebir el arte y la crítica literaria. Muchos son los expertos que coinciden en que su biografía coincide con la historia contemporánea marroquí. Es un autor polifacético y con una obra prolija –ha editado más de una cincuentena de libros tocando prácticamente todos los géneros: novela, cuentos, estudios históricos, biografía, crítica literaria, textos periodísticos, tratados sobre religión islámica-. Es miembro de la Academia del Reino de Marruecos desde 1980. Desde la independencia ha sido ministro, diputado y ha ocupado varios carios en diferentes ministerios.

-Biografía


Nace en Fez en 1919, fue educado en las Escuelas Libres y en la Universidad Qarawiyin. Con tan sólo diecisiete años se adhiere al Comité de Acción Nacional. En 1937 viaja junto a un grupo de estudiantes, entre los cuales se encontraba Abdelmayid Benyellún, a El Cairo para proseguir con sus estudios superiores; recogió su etapa en esta ciudad en una obra reciente titulada al-Qahira tabahu asrari-ha –El Cairo desvela sus secretos, 2000-. Tres años después se licencia en la Universidad Fuad I en Filología Árabe. En 1947 colabora en la fundación de la Oficina Del Magreb Árabe creada en esta ciudad ya que en la época El Cairo era el centro neurálgico político y cultural del mundo árabe. A su vuelta a Marruecos fue encarcelado varias ocasiones por su anhelo independentista, experiencias recogidas en una de sus autobiografías llamada Sab’at abwab – Siete Puertas-.

-Trayectoria periodística y editorial


La modernidad literaria de la segunda mitad del siglo veinte en Marruecos, como pasaba ya anteriormente desde los inicios de la Nahda en el resto de países árabes, se difundió fundamentalmente desde los periódicos y revistas que publicaban las creaciones de los literatos. Guellab tuvo, pues, una ardua labor en este sector lo que, además, le situaba en una posición privilegiada, no solo política y artísticamente, sino también a nivel periodístico.

Gallab fue redactor jefe a partir de 1949 de la revista Risalat al-Magrib de índole nacionalista, y redactor del Al-Alam, periódico asociado al Partido Istiqlal, y por lo tanto, su medio oficial de difusión –hoy en día una de los periódicos más vendidos en Marruecos y en la que ha contado con dos columnas semanales a su cargo durante décadas-. Risalat Al-Magrib sólo estuvo en circulación tres años hasta que las autoridades coloniales francesas procedieron a su cierre así como al de Al-Alam. En la segunda mitad de los cincuenta dirigió la revista al-Bay’a –La Fidelidad-. También ostento el cargo de redactor jefe en una de las más importantes revistas culturales y literarias institucionales que apareció poco después de la independencia marroquí –en 1962-, al-Bayyina –La Prueba- dirigida por Al-Fassi con el patrocinio del Ministerio de Asuntos Islámicos y que era publicada bajo el lema: Mayallat al-risala al-jalida wa-l-taqafa al-mutaharrira –Revista literaria --- y cultural libre- que contaba con la colaboración habitual de Hassan al-Sa’ih, Guennún y Benabdellah. Su trayectoria periodística le permitió convertirse en el primer secretario general del Sindicato Marroquí de la Prensa creado en el año 1961.

-Premios y reconocimientos


En 1968 se le concedió la primera edición del Premio Nacional al-Magrib por su obra Enterramos el pasado y siete años después se lo volvieron a adjudicar por su obra El profesor Alí. En el año 2000 la Unión de Escritores Árabes con sede en Egipto incluyó su novela Al-Mu’alim –El Profesor Alí- entre las cien mejores novelas árabes de la historia. En 2001, el Ministerio de Educación y Cultura marroquí publicó su obra completa en cinco volúmenes. Y en 2004 le fue otorgado el Premio Cultura del Maghreb de Túnez.

-Su faceta como crítico literario


Su labor como crítico literario se inicia con un artículo publicado en 1936 sobre la literatura marroquí al cual tituló al-Hayat al-adabiyya fi l-Magrib al-aqsa –La vida cultural en Marruecos-pero sus obras más destacadas en este campo son bastante posteriores como los artículos pioneros sobre las modalidades de escritura literarias Malamih al-adab al-arabi al-hadit bi-l-Magrib –Rasgos de la literatura árabe moderna en Marruecos, 1963- en los que establece y fija los géneros literarios marroquíes modernos y el artículo sobre la narrativa moderna en el Magreb Tatawwur al-adab al-qisasi fi l-Magrib al-Arabi –El desarrollo de la narrativa en el Magreb árabe, 1969-, publicado en Al-Alam y los libros Fi l-taqafa wa-l-adab –De cultura y literatura, 1964- en el cual desgrana el renacimiento cultural marroquí y Ma’a al-adad wa-l-udaba –Con la literatura y los literatos, 1974-.

-Contexto socio-cultural e histórico de las primeras obras de Guellab


En la primera fase de la Nahda la temática literaria solía versas casi en exclusiva sobre aspectos históricos y religiosos pero el Movimiento Nacional de los países árabes que culminó con la consecución de la independencia del poder colonial tuvo un impacto decisivo en la esfera cultural y constituyó un factor de cambio en cuanto a la concepción literaria que se vio íntimamente ligada al auge de los nacionalismos. Fruto de esto fue, por lo tanto, la vinculación de la literatura a la situación política y la contribución de los cambios de planes de estudio seculares que contribuyeron de manera crucial al desarrollo del concepto literario y a su evolución. La consecuencia más directa fue el abandono de las formas y temas tradicionales en la literatura y el florecimiento de contenido literario ligado a documentar la sociedad de la época colonial y recoger las reacciones de la misma ante las particularidades de dicha época; muchos, como es el autor de nuestro objeto de estudio, también se dedicaron a cultivar el discurso y ensayo o artículo político –al-maqala al-siyasiyya-. En su narrativa Gallab se concentra en el costumbrismo, algo que le ha reportado arduas críticas, para analizar y vislumbrar el espíritu de la sociedad marroquí mediante los hábitos en la vida cotidiana.

-Estilo y concepción literaria


En su compilación de relatos He muerto tranquilo publicado en 1965 Gallab llama a la reflexión sobre la función provocadora de su narrativa mediante las razones que alude en ella, entre otras la recriminación del pasado histórico colonial de Marruecos y la denuncia de las consecuencias de éste en relación a las nuevas generaciones marroquíes a través de la problemática de sus personajes, que se sitúan ante adversidades que les sumen en el desconsuelo y la depresión lo cual hace que acepten invariablemente su fatal destino y anula su capacidad de reacción y evolución. Por lo tanto el autor extrae el asunto y se basa en las situaciones, preocupaciones y sentimientos individuales de cada personaje. Esta práctica estará ligada, pues, a la tónica general en la que la literatura se movía en la época, recogida en los manuales de crítica literaria, esto es, basada en el realismo y en la descripción de la realidad de la sociedad en la que el texto se concentra.
En Dafanna l-madi –Enterramos el pasado, 1963-65- englobada dentro de la narrativa realista, describe la resistencia hacia el colonialismo francés, denuncia el colaboracionismo de ciertas capas de la sociedad con el poder colonial, la desigualdad social, los sistemas de educación, la situación de la mujer, la práctica de la religión, la eterna dicotomía tradición vs. Modernidad, entre otros debates abiertos durante esa época. Gallab peca conscientemente –y así lo manifiesta en el prólogo de la obra- de dotar al texto de un contexto tradicionalista y a sus personajes de un lenguaje extremadamente conservador para poner énfasis a la obra y envolverla en un aura marroquinidad absoluta, además de dejar patente su ideología política en ella. Gallab argumenta este planteamiento a través de la importancia del contenido más que por el aspecto técnico-literario que, en teoría, debería implementar.

-Críticas literarias sobre su obra más polémica


Cuando esta obra vio la luz publicada y editada de manera completa en 1966 fue recibida con gran acogida por parte de los críticos ya que se entendió que era un fiel testimonio literario del yugo colonial al que estaba sometido el país en aquel momento en el cual el país acababa de recobrar la independencia. Más tarde, en los setenta, junto con una nueva generación de universitarios y críticos marroquíes apareció el análisis literario de corte marxista, que atacaron frontalmente la obra por denunciar que la sociedad marroquí ya independiente seguía lamentándose de los mismos problemas con lo cual la excesiva efusividad sobre la gloria de la independencia era estéril e inoperante y opinando que había sido producida al servicio de la ideología política de Gallab y desde esa perspectiva y no como verdaderamente habían acaecido esos acontecimientos, pero a pesar de ello se acabó erigiendo como el modelo narrativo pionero para la novela marroquí. A pesar de esto último, las críticas siguieron produciéndose con mayor fuerza ya que sus detractores veían series deficiencias artísticas, intelectuales e históricas en Enterramos el pasado, de una óptica reducida basada en su experiencia personal e incluso muchos le acusaron de querer convertir el arte (la literatura) en historia y la historia en arte de manera totalmente subjetiva y alejada de los presupuestos de la realidad social imponiendo esta deforme visión de forma global estando al servicio del Estado.

A principios de los noventa la obra será nuevamente revalorizada, fundamentalmente gracias al trabajo del crítico literario Akkar, ya que sitúa lejos de las críticas marxistas estructuralistas, en un contexto donde este tipo de análisis ya estaba superado y las críticas se ceñían a lo estrictamente literario dejando de estar subyugadas a una u otra ideología política y donde se concibe que el mérito fundamental de Enterramos el pasado es el haber sido la primera novela de ficción moderna y madura marroquí alejada de las formas tradicionales literarias lo cual le designa una ubicación privilegiada dentro de la literatura marroquí elevándola a la categoría de clásico. En el nuevo modelo de crítica literaria posestructuralista se analiza su capacidad descriptiva, la creación de personajes en un contexto social y político concreto, la línea narrativa, la existencia de un narrador omnipresente durante toda la novela y demás factores técnico-literarios, que alejaban a esta novela de la estrecha visión protonovelesca que muchos habían utilizado para su crítica y análisis devastador en la que sólo se conseguía proferirle a esta obra un carácter histórico y autobiográfico.

Bibliografía:

* Relaciones hispano-marroquíes: una vecindad en construcción – Fernando Contreras y Ana I. Planet - Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2005.


* La literatura marroquí contemporánea: la novela y la crítica literaria – Gonzalo Fernández Parrilla – Escuela de Traductores de Toledo, 2006.